Reflexiones sobre la actitud emprendedora
Me parece justo reflexionar sobre la actitud del emprendedor. Principalmente, porque la “actitud” es el motor que conduce a las personas a que puedan enfrentar situaciones personales, laborales, familiares y por sobre todo, el emprendimiento. Si bien es cierto, la actitud está representada como una evaluación sobre una persona, las valoraciones que se realizan para medir la actitud, dependen mucho de la experiencia y que sin duda, pueden variar entre una persona y otra. Lo cierto es, que las actitudes pueden tener base cognitiva, afectiva o conductual. En otras palabras para este ejercicio reflexivo nos basaremos en que la actitudes del emprendedor está relacionada con la conducta.
La actitud y la conducta
Para entender un poco más sobre la actitud emprendedora, también debemos entender acerca de la conducta, como una manera de comportarse frente a la vida. Por lo mismo, nos surge la primera interrogante en este proceso comparativo, ¿las actitudes pueden predecir las conductas de una persona?.
Desde mi perspectiva, creo que las actitudes sí pueden predecir la conducta de una persona. Sin embargo, esta predicción se tiene que dar bajo ciertos comportamientos del ser humano. De acuerdo a la congruencia entre actitudes y conductas en el modelo de Azjen y Fishbein, declaran que “Las actitudes predicen las conductas sólo cuando están bajo el control de la voluntad”. Esto quiere decir que la voluntad o capacidad humana para decidir sobre lo que deseo, tendrá una coherencia con mi actitud hacia una meta u objetivo a cumplir. En esa sentido se requiere establecer, de forma interna, una sinergia entre la actitud y la conducta para lograr dicho objetivo, por lo cual, una persona o emprendedor debe estar dispuesto a comportarse de una manera coherente para alcanzar su voluntad. Por lo cual, si mi voluntad está orientada a prepararme para la siguiente maratón, mi actitud debe estar alineada al objetivo, lo que implica que mi comportamiento debe ser organizado, metódico y estrictamente alineado al objetivo.
Para el caso de un emprendedor ocurre algo similar, sobre todo en el momento en que declaran su voluntad por emprender. Para lograr el éxito de cualquier modelo de negocio, es necesario que la actitud y conducta de la persona mantenga un consenso en el comportamiento, de lo contrario, los esfuerzos por lograr el éxito serán en vano. Cuando los objetivos no están claros, sin metas establecidas, la conducta y actitud serán dispares y se comportarán según cada objeto, por lo cual, su predicción entre la una y la otra será errada.
¿Cómo es la actitud emprendedora en el ecosistema nacional?
En Chile, el emprendimiento se da principalmente por una necesidad económica más que la generación de productos/servicios innovadores. La mayoría de los emprendimientos insertos en el ecosistema, no desarrollan procesos y/o métodos creativos para poder lograr emprendimientos de alto valor. Aún así, independiente el tipo de negocio que desarrollan, mantienen comportamientos similares. Esto se da principalmente porque mantienen competencias semejantes, ya que cada emprendedor que desarrolla un negocio:
- "quiere" hacerlo,
- Tiene "conocimiento" de lo que quiere hacer,
- "Sabe" como se tiene que hacer y
- "Puede" hacerlo, por tanto, sólo debe hacerlo.
Sin embargo, en este último está lo que diferencia a un emprendedor de quién no lo es. Ya que el actuar es fundamental para llevar a cabo un emprendimiento. En ese sentido, la voluntad y el deseo juegan un papel crítico al momento de lograr ejecutar un negocio, sin voluntad, difícilmente exista una acción.
En muchas ocasiones el “querer” realizar un emprendimiento, está relacionado con el contexto y circunstancias por las que pasa una persona, donde el “querer” se ve forzado por el contexto social en el que se encuentra, como por ejemplo, una baja oferta laboral. En ese sentido, la persona se ve obligada en adaptar su actitud y su conducta hacia el desarrollo de un emprendimiento. Sin embargo, para lograrlo, se requiere de voluntad y deseos y no solamente de crear un negocio por la urgencia de solventar sus gastos personales, que también es válido, pero no debiese ser el deseo final del emprendedor. Por lo mismo, para que exista voluntad y deseo de realizar un negocio, también se debe presumir de la motivación de poder buscar oportunidades que permitan la creación del mismo.
Conclusión
La actitud más allá del comportamiento que tenemos para enfrentar situaciones, requiere de mucha voluntad y deseo para conseguir un logro, por lo cual, si estas no están alineadas y son coherentes entre si, se dificulta el proceso de conseguir resultados concretos que cumplan nuestras expectativas de emprendedor.
Una alta motivación por adquirir nuevos desafíos y experiencia que conduzcan hacia el emprendimiento y que permitan desarrollar una actitud emprendedora en las personas, podría estar enfocada en la búsqueda constante de soluciones que resuelvan problemáticas propias o de terceros, usando la innovación o la creatividad para resolver dichas situaciones - por muy menores que estas sean-, siempre con una mirada hacia el cumplimiento de un objetivo o meta que pueda ser logrables. Asimismo, es importante bajar las expectativas y aumentar la voluntad de emprender a través de acciones concretas, alineadas al comportamiento de las personas para conseguir los resultados propuestos.